La gestión de los productos que están a punto de caducar en los supermercados es una actividad que une a todos los puntos de venta de productos perecederos: alimentación, productos de higiene y cuidado corporal, medicamentos, comida para animales, etc. El aspecto más delicado es que el control de todos los productos se realiza, en la mayoría de las tiendas, de forma manual, estantería por estantería, con una gran pérdida de tiempo para los empleados encargados de esta tarea.
La fecha de caducidad:
En función de los productos, la normativa contempla sanciones en caso de que en las estanterías (de un supermercado, una farmacia o una tienda) haya productos caducados.
El cumplimiento de la normativa y el riesgo de sufrir duras sanciones son los principales motivos por los que el control de los productos a punto de caducar es una prioridad en cualquier tipo de tienda. Sin embargo, hay una concienciación cada vez mayor de que una mejor gestión de los productos de las estanterías también repercutiría positivamente en el problema del desperdicio de alimentos.
Todos los alimentos tienen una fecha de caducidad, deben venderse y, si es posible, consumirse antes de la fecha que se muestra en el envase. Los productos caducados generalmente se tiran a la basura y también corren el riesgo de tirarse los productos con una fecha de caducidad próxima que podrían tener todavía la oportunidad de venderse.
El desperdicio de alimentos es una cuestión ética y también ambiental: para que todos los productos elaborados o semielaborados lleguen a las estanterías de los supermercados se han empleado recursos, incluidas el agua y la energía. También se debe tener en cuenta el impacto en el sistema de residuos. El desperdicio de alimentos, por lo tanto, también tiene un coste que recae en los ciudadanos. La FAO ha asociado el desperdicio de alimentos a la eutrofización (exceso de nitrógeno, nitratos y fosfatos en los fertilizantes utilizados en el campo) de las aguas, el desgaste de la tierra, la deforestación, los daños respiratorios para las personas y los animales y, por último, a un gran consumo de agua.
Actuar en el desperdicio de alimentos es, por lo tanto, una batalla de civismo y sostenibilidad que debe librarse en todos los niveles de la cadena de producción, distribución y consumo de los alimentos, por tanto, también en los supermercados.
En los últimos años se han extendido las aplicaciones dirigidas al cliente final e iniciativas comerciales para reducir el desperdicio de alimentos, que incluyen una importante bajada del precio de los productos con una fecha de caducidad inminente. También se pueden implementar otras soluciones y tecnologías muy interesantes.
Dado que la gestión manual de miles de productos es compleja y corre el riesgo de resultar imprecisa, para gestionar la fecha de caducidad de los productos de las estanterías el mejor aliado también es digital.
Las etiquetas electrónicas, además de reducir significativamente el consumo de papel de los puntos de venta, contienen toda la información sobre el producto y pueden agilizar la actividad de control de la fecha de caducidad gracias a la integración de un software que efectúa un seguimiento de los productos que se deben controlar, lo que incluye, en primer lugar, la fecha de caducidad. De esta forma, el control de las fechas se vuelve rápido y preciso.
Con un mando a distancia especial o una PDA, el dependiente puede recopilar datos con unos pocos clics y puede configurar una alerta para el siguiente control próximo a la fecha de caducidad.
Cambiar los precios de forma flexible a lo largo del día es muy complejo si no se dispone de un gran número de empleados. Precisamente porque las intervenciones manuales llevan su tiempo, los sistemas digitales son la mejor solución para poder vender los productos que están a punto de caducar bajando su precio en cualquier momento.
En un sistema digital avanzado, se obtiene a diario un resumen con la lista de los artículos a los que se puede aplicar un descuento, disponiendo todavía de unos días de plazo antes de la fecha o los productos que necesariamente se deben retirar por haber caducado ya.
Una gestión eficiente del supermercado comporta beneficios económicos gracias a una mejor gestión de los productos, tanto ética como medioambiental.