La sostenibilidad es un tema en el que en los últimos años se está invirtiendo cada vez más, tanto que actualmente se ha convertido en una de las directrices de las políticas de desarrollo en todo el mundo. De hecho, cada vez son más las leyes impulsadas por los gobiernos para combinar el crecimiento económico y el bienestar del planeta.
En este escenario, animado por el deseo de una protección más concreta del medio ambiente, el comportamiento de compra también ha cambiado, siendo cada vez más sensible al impacto ambiental. Y es precisamente la sostenibilidad uno de los valores más apreciados y buscados por los compradores. Al aumentar el número de clientes interesados en buscar marcas sostenibles, las tiendas físicas tienen el reto de adaptarse a estos cambios y hacer que sus modelos de negocio estén más atentos a esta cuestión y respondan a la perfección a las expectativas de los clientes. Un motor de esta transformación por parte de las tiendas físicas es la adopción de tecnologías digitales.
La sostenibilidad, el comportamiento de compra y la digitalización son, por lo tanto, tres factores estrechamente relacionados.
Es un hecho que cualquier cambio que se produce en el mercado y la cultura termina reflejándose en el comportamiento de compra de las personas. Por esta razón, ahora el cliente, además de la calidad del producto, busca por parte de la marca que lo vende o fabrica los mismos valores que impulsan sus deseos y decisiones.
La misma atención que el cliente presta a la cuestión de la sostenibilidad se convierte para las empresas en uno de los elementos decisivos sobre el que construir y potenciar su reputación. De hecho, transmitir a los clientes nuestro compromiso con los modelos de negocio y las decisiones sostenibles es una excelente oportunidad para aumentar la competitividad. Después de todo, lo que el cliente quiere es encontrar en la marca los mismos valores que impulsan su comportamiento y establecer con la empresa una relación de confianza por el hecho de ver el mundo desde la misma perspectiva ética.
El vínculo entre el aumento de la competitividad y las acciones dirigidas a la sostenibilidad ya lo demostró en 2018 el Informe del Instituto Nacional de Estadística italiano (ISTAT) sobre la competitividad de los sectores productivos, donde se tuvo en cuenta la difusión de las acciones de sostenibilidad ambiental y social en las empresas italianas. El análisis hizo explícita la existencia de una correlación entre sostenibilidad y competitividad: después de clasificar las empresas según un indicador de sostenibilidad de 0 (empresas que no realizan ninguna actividad sostenible) a 1 (empresas muy sostenibles), se demostró cómo la productividad de las empresas un poco sostenibles era un 4,5 % superior a la de las que no eran nada sostenibles, mientras que la de las empresas medianamente sostenibles era un 7,9 % superior y la de las muy sostenibles un 10,2 % (fuente ISTAT).
Todo esto también es posible con la adopción en las tiendas de tecnologías digitales como las etiquetas electrónicas, que pueden reducir el consumo de papel y la generación de residuos, mejorando la gestión de los productos al reducir el desperdicio de alimentos.
Digitalizar nuestra tienda significa transmitir respeto por las cuestiones medioambientales y sociales y satisfacer los deseos de los clientes que entran en ella con la expectativa de encontrar a alguien que hable el mismo idioma, respetuoso con los objetivos de sostenibilidad que se ha marcado todo el mundo. La inversión en la digitalización demuestra una clara sensibilidad hacia la sostenibilidad y ofrece la oportunidad de diferenciarse, mejorar la imagen y, por qué no, ampliar nuestra cuota de mercado.
La digitalización del punto de venta representa una oportunidad para un comercio minorista sostenible que demuestra una responsabilidad concreta hacia el medio ambiente y el futuro. Pero, ¿cómo ayudan las soluciones digitales más avanzadas a que la tienda sea más sostenible? Las tecnologías digitales garantizan procesos internos más eficientes e inteligentes y reducen el impacto medioambiental al optimizar las tareas de la tienda y reducir los desperdicios. Un ejemplo es la implementación de etiquetas electrónicas, que permite racionalizar el uso de papel y consumir menos, evitando la impresión de miles de etiquetas de papel con cada cambio de precios, promociones, ofertas y descuentos. Además, la actualización tan rápida de los precios permite un control más cuidadoso y consciente de las fechas de caducidad y los desperdicios, para ofrecer mayores oportunidades de obtener beneficios a través de la fijación de precios dinámica.
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